Hay una imagen de Tokio que suele aparecer con frecuencia en los anime y en las películas japonesas. Es una zona de “la ciudad que nunca duerme”, que está llena de luces de neón. Es allí donde nací y crecí: el conocido barrio de Shinjuku.
Al lado de la casa de mis padres, había una residencia para personas que trabajaban en el Ministerio de Asuntos Extranjeros. Por esa razón, la mayoría de mis amigos de la escuela primaria eran hijos de funcionarios de ese ministerio, y solían cambiar de escuela cada equis tiempo porque sus padres debían viajar a otros países. Afortunadamente he tenido muchas oportunidades para visitarles, y eso me ha abierto la puerta para conocer diferentes países y otras culturas. Esa circunstancia despertó en mí un profundo interés por conocer mundo.
Después de graduarme en la Universidad viajé por muchos países durante dos años. En ese tiempo conocí a muchas personas diferentes, gente muy diversa y viví en un gran número de países. Esas experiencias me enseñaron muchas cosas y me aportaron una mirada totalmente distinta a la que tenia antes de viajar.
Una de las cosas que recordaba muchas veces durante mis viajes, era una teoría que aprendí en las clases de Ciencia del Color y Arquitectura en la Universidad de Arte donde me licencié en Bellas Artes y Diseño de Espacio. Aún ronda por mi cabeza. La teoría trata sobre el hecho de que la iluminancia de la luz del sol varía en función de la latitud de la Tierra. Y dependiendo de los cambios de iluminancia, cambia también el color que más suele predominar en cada país.
La Iluminancia de la luz solar (brillo) está estrechamente relacionada con la latitud de la tierra. El brillo en las proximidades de la línea ecuatorial es del 100%, mientras que en la región norte de Europa es de alrededor del 25%. Además, el rango de color rojo de la luz se enfatiza más cerca del ecuador, mientras en los polos abunda más el azul. Por esta razón, según la latitud, cambia el color del mundo natural, afectando también el gusto por los colores en las poblaciones.
Bajo la luz del sol, aumenta la sensibilidad estética a los colores y en zonas como el norte de Europa la reacción es más sensible a los colores fríos sin muchos matices. De esta manera, la luz de la latitud de la Tierra y el sol guardan una estrecha relación y se cree que ejercen una gran influencia sobre nuestros gustos con respecto a los colores y la apariencia del color.
En los seres humanos el color de nuestros ojos está determinado por la cantidad de pigmento de melanina, y esa cantidad determina que la luz la veamos de manera diferente. Si la melanina se encuentra en pocas cantidades, como ocurre en los ojos claros, la luz se percibe el doble de brillante que en los ojos oscuros. Esta diferencia en el resplandor puede variar la preferencia por el gusto de los colores.
Por otro lado, el aspecto del color también se ve afectado por la cantidad de humedad que existe en el aire. En las zonas donde la humedad es alta, el color gris se ve bien, por el contrario en las zonas secas se ven mejor los colores claros. Esto sucede porque la luz solar es de color blanco, pero la humedad provoca que se reciba con menos claridad.
Por ejemplo, mientras que en México el color rosa de los edificios destaca en el paisaje, en Japón es el gris de sus edificios el que destaca. También me llama la atención que esta teoría de los colores, no afecte sólo a los edificios sino también a la selección de los colores de la ropa de la gente.
Japón es un archipiélago muy estrecho y muy largo de norte a sur, su longitud es de 1.800 kilómetros y en el centro se encuentran numerosas cordilleras. Está rodeado por el mar, y existen cuatro estaciones. Cuenta con abundante agua, verdes montañas y mucha humedad. Estas son las características climáticas de Japón. Según esta teoría del color, la naturaleza se ve afectada por la latitud y los colores se manifiestan con combinaciones complejas y muchos matices, por ejemplo, en los árboles, el agua, la tierra, etc.
España está situada en la latitud norte de 40 a 50 grados, según la teoría, le corresponden los colores azul y púrpura, por eso se ve mejor el brillo de los tonos turbios con un toque gris.
Viví alrededor de un año en Hawaii, en una ciudad de la playa. La mayor parte del edificio estaba pintado del color de la arena de sus playas y también de rosa y de verde, los colores que más brillan a la luz del clima tropical. La gente lleva los bañadores con vivos colores y así monta en bici por el día, y así se acicala para salir por la noche.
Cuando vine a Madrid por primera vez hace 10 años, era otoño y hacía frío, recuerdo que veía a muchas señoras que llevaban el traje rojo de arriba abajo. Fue impactante para mí, porque en mi país los trajes suelen ser de color negro, gris, beige y como mucho azul marino. Aquí la gente disfruta con cambios de color pero siempre dentro de una gama limitada de colores. Sin embargo en la cultura japonesa, que está llena de contradicciones, existen una gran variedad de estilos.
Así que la próxima vez que selecciones colores para un nuevo diseño, piensa que probablemente los colores que elijas pueden estar determinados por una razón mucho más profunda de lo que crees: el lugar donde has crecido.
Los recuerdos de mis viajes siempre están impregnados de olores del aire y de la tierra, de los colores de las calles y de la vestimenta de la gente. Y siempre son una inspiración para mis próximos viajes y para mis nuevos diseños.
Hiroko Furuichi • Ex alumna de Aula Creactiva
Diplomatura Creatividad Publicitaria | www.behance.net/HirokoTKYMAD
Artículo publicado en la Revista Creactiva nº08