Creo que uno de los momentos más satisfactorios que vivimos a lo largo de nuestras vidas es el de darnos cuenta de cuál es nuestra vocación. Conseguir hallar el equilibrio perfecto entre disfrutar de lo que haces y aportar un beneficio mientras lo haces.
La vocación se puede encontrar con siete años, con veinticinco, con cincuenta o con ochenta. Nunca temprano ni tarde, porque no tiene fecha de llegada. El caso es que cuando aparece, lo hace para abrirnos puertas. Nos da la oportunidad de establecernos metas, y no hay nada que más ilusione. Poder marcarnos objetivos y luchar por conseguirlos, aprovechando bien el viaje para aprender, caerse, levantarse, conocer personas, defraudarse y enorgullecerse.
En mi opinión, este viaje es más apasionante que llegar a la propia meta, y por eso debemos sacarle el máximo partido. En mi caso, todo empezó hace cinco años, antes de escoger una carrera que estudiar. El universo de la creatividad siempre ha sido muy atractivo para mí, y sin entender muy bien cómo funcionaba, me adentré en él. Ha sido (y está siendo) un recorrido con muchos sentimientos encontrados. Satisfacción y frustración, inspiración y estancamiento. Pero al final la balanza siempre se inclina hacia lo positivo, porque realmente es mi vocación. No hay nada que me guste más.
Cuando llega el momento de lanzarse al mercado laboral, tras un tiempo de formación, debemos poner toda nuestra ilusión y ganas y no rendirnos jamás ante una, cinco o treinta negativas. Si alguien me pidiese un consejo, el mejor que podría dar es que tenemos que creer en lo que hacemos y jamás darnos por aprendidos. Y menos en un contexto como éste, porque las tendencias se renuevan constantemente, porque lo que hoy está bien mañana puede estar mal y porque equivocarse, rectificar e instruirse continuamente es un tesoro.
Toda persona que se proponga una meta con ganas, la alcanza. Lo que no llega en un año, llegará en diez. Pero no debemos sentarnos y confiar en que el objetivo se cumpla solo. Todo depende de nosotros, y es algo que debemos agradecer, porque si no, ¿qué gracia tendría?
Por mi parte, seguiré peleando y disfrutando cada momento en el camino. Empapándome cada vez más de la parte artística de la creatividad publicitaria, reafirmándome en lo importante que es la fuerza visual de una marca o campaña. Basándome en el lapidario refrán, la gran idea, si bella, dos veces grande. Y aquí estamos para engrandecer, emocionar y tener un ojo disciplinado, pero siempre acompañado de una mentalidad salvaje.
Paula Castro Táobas • www.behance.net/castrogiardelli
Directora de Arte • Máster Diseño Gráfico y Creatividad Publicitaria
Artículo publicado en la Revista Creactiva nº07